Theroux
parece emprender su segundo viaje a China para borrar el regusto amargo que
dejó en sus recuerdos la primera travesía que había realizado nueve años atrás.
En el momento en que decide emprender una nueva aventura, el gigante asiático
se encuentra inmerso en una ola de cambios políticos y sociales. Viviendo de
cerca las nuevas tendencias, el escritor viajero intenta comprender a un pueblo
que continúa evolucionando pese a la antigüedad de su cultura y su historia.
En el Gallo de Hierro
es un buen ejemplo de cómo debe ser un libro de viajes. Incluye todos o casi
todos los recursos que estamos estudiando y nos da una gran lección de cómo
emplearlos correctamente. Si tengo la oportunidad de escribir un día un libro,
creo que me gustaría poder hablar con la gente con la misma soltura de Theroux
para después reproducir los diálogos de manera tan atractiva y fidedigna (o lo
que podemos pensar que es fidedigna) como lo hace él. Por otro lado, las
anécdotas son uno de los platos fuertes de esta historia. Todos los capítulos
incluyen vivencias increíbles, graciosas o memorables.
En
cuanto al punto de vista, la subjetividad está muy presente. Como parte de una
vivencia anterior, inevitablemente Theroux compara las dos realidades que ha
conocido y opina sobre ellas. Pero no siempre nos expresa sus pensamientos de
forma directa, sino que utiliza otros testimonios o situaciones para darnos a
entender lo que opina de China, de su gente y de sus paisajes. A través de sus
ojos conseguimos ver lo que vivió y experimentó a bordo de un largo viaje en
tren.
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